El Hoyo: un análisis

Me pareció una película muy interesante, de la que rescato el concepto de la imaginación sociológica.

La película inicia cuando Goreng despierta en una especie de calabozo y es recibido por un hombre viejo, obsesionado con la palabra “obvio”. Al inicio, la comunicación entre ellos se da como una especie de intercambio: el viejo Trimagasi ofrece cierta información, pero se rehúsa a continuar si Goreng no le da lo mismo a cambio. Goreng nota un cambio en las luces y se lo informa a Trimagasi, y de esta forma se pone en marcha otro intercambio de información. Goreng aprende que cada inicio de mes estarán cambiando de piso, lo que mejorará o empeorará sus oportunidades de conseguir comida, que al parecer, es lo único que importa dentro del hoyo.

Los dos hombres desarrollan una amistad, que se nutre de las lecturas del Quijote que Goreng hace cada noche. Trimagasi le cuenta a Goreng cómo llegó al hoyo: en resumidas cuentas, mató a un hombre.

Esta es una de las primeras referencias que la película hace sobre la sociedad: Trimagasi veía anuncios de cuchillos donde un hombre barbudo y varias amas de casa contaban los milagros de un afilador de cuchillos. Trimagasi lo compró, para al poco tiempo ver otro anuncio que anunciaba el Samurái Plus, un cuchillo que no se desafilaba nunca, porque se afilaba en el acto de cortar. Trimagasi se sintió agredido verbalmente, quizá engañado por la publicidad que le ofrecía algo, solo para ofrecerle algo mejor una vez que ya había hecho la compra. Tiró el televisor por la ventana y cayó en un inmigrante ilegal. Ante esta desafortunada coincidencia, Trimagasi lo que se cuestiona es qué estaba haciendo ese inmigrante ahí, que ni siquiera debería de haber estado ahí, no era su lugar. Aún afuera del hoyo, vemos que el comportamiento de Trimagasi es el mismo que cuando está dentro del hoyo: es traicionero y solo ve su bienestar, pero no solo eso: no se da cuenta de que su papel en la sociedad es el mismo que cumple dentro del hoyo. Llego a esta conclusión al ver lo que sucede cuando al siguiente mes Goreng y Trimagasi vuelven a compartir celda, pero esta vez en un nivel muy inferior. Goreng despierta y se encuentra amarrado, y Trimagasi, sin asco, le explica que se lo piensa comer, y que lo va a dejar “purgando” unos días, tal como lo hacen con los caracoles, curiosamente, la comida favorita de Goreng. Trimagasi deja en claro que es matar o morir.

Esta escena me lleva a pensar en las clasificaciones y estratos que existen en la sociedad, ¿creados por quién? No sabemos, quizá nosotros mismos, pero muy posiblemente sean “los de arriba”. El comportamiento de los de arriba es detestablemente egoísta, y marcado por la gratificación inmediata, sin el mínimo rastro de empatía. Uno pensaría que dado el formato al azar que tiene el hoyo, las personas en él serían capaces de desarrollar cierta compasión por sus semejantes, porque no se sabe cuándo están arriba y cuando están abajo, pero no lo hacen: aún a sabiendas de su destino incierto, cuando están arriba se les olvida que estarán o estuvieron abajo. Y cuando están abajo se abandonan a la miseria porque saben que ellos mismos no ayudarían a otros, si fuera que llegan arriba.

Hay varios personajes muy interesantes, además de Goreng y Trimagasi, quien por cierto es asesinado por Miharu, una mujer de rasgos asiáticos que baja todos los meses buscando a su hija. Miharu es una asesina serial que parece sentir simpatía por Goreng. Me parece que Miharu es una metáfora sobre la invisibilidad de la mujer y cómo se le considera únicamente un objeto de satisfacción para los hombres, pero en medio de esa invisibilidad también se retrata a la mujer como un ser perseverante, capaz incluso de matar para cuidar de su hija, o en este caso, matar con tal de seguir con la búsqueda. Pero esa simpatía se pierde cuando entra Imoguiri: una funcionaria pública, librando una batalla contra el cáncer y que fue quien entrevistó a Goreng y aceptó su aplicación para entrar al hoyo. Imoguiri revela que Miharu entró sola, que no existe la niña. No me queda claro si hace esto para desacreditarla, después de que Miharu desolla a su perro, porque más adelante descubrimos que la niña era real. Imoguiri hace un gran esfuerzo por concientizar a las personas de los pisos inferiores para que guarden comida para los demás. Pero su esfuerzo solo da resultado cuando Goreng amenaza a los del piso inferior. Dice que la solidaridad espontánea, un concepto que Imoguiri quería probar, solo funciona cuando está cubierta de m…

En la película también se hace presente un mercader de la fe: un hombre de raza negra que trata de subir al nivel 0, y parece usar lo que sea que tenga al alcance para convencer a quiénes les pueden ayudar: al conversar con unas personas del piso superior empieza a hablar de Dios, cuando le preguntan cuál, él dice “el único”; siento que este personaje es una metáfora de las personas que hacen lo que sea con tal de cambiar de posición social, incluso convertirse a una religión en la que no creen.

Ninguno de estos personajes tiene una pizca de imaginación sociológica: no saben, ni entienden dónde están, se unen voluntariamente, pero engañados por un sistema que parece ser simplemente malvado, porque no logro entender cuál es el propósito de tener a la gente ahí. Este mismo sistema se disfraza de “buena gente” al enviar las viandas que mandan todos los días, pero no les importa quién como y quién no. Tal como en nuestro mundo, la riqueza está mal repartida, y aunque nos quieran hacer creer que es de todos, no lo es: ni siquiera de los que están en los niveles superiores, porque no pueden guardar nada, o sea que nada les pertenece, ni su posición social, ni su comida, ni siquiera sus amigos. Esta película sumariza de gran manera la desidia con la que estamos viviendo, incapaces de hacer algo por nuestra situación, y al mismo tiempo, confundidos, preguntándonos cómo es que hemos llegado aquí.

El sistema se esfuerza por dar esa imagen de lujo y derroche, lo vemos cuando el chef revisa los platos, cuando se enoja porque encontró un pelo en la comida. También vemos que los cocineros no miran en la cara al chef, me pregunto ¿por qué? ¿Como señal de respeto, o de sumisión? Me da la impresión de que incluso los cocineros están atrapados, a su manera, en el hoyo.

Me gustó mucho la música incidental porque me sonaba como a vidrio chocando, o quebrándose. Siento que era un recordatorio, tanto para nosotros como espectadores, como para los personajes, de que lo único que importa es comer, según palabras de Trimagasi, y no solo comer, sino comer bien: como que lo que los personajes en todo momento y en todo lugar lo único que tienen en la mente es comer: o sea, la satisfacción de sus más inmediatas necesidades.

Cynthia Salgado

Diseñadora y comunicadora visual. Defensora del diseño inclusivo.

https://cynthiasalgado.com/
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Economía y Sociedad